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Con más de la mitad de la población mundial viviendo en zonas urbanas, es evidente que no existe una única solución a los retos medioambientales, sociales o económicos. La ciudad debe ser abordada con un enfoque holístico, no exclusivamente desde el punto de vista físico y su dimensión estática (infraestructuras, edificios, materiales, geometrías, etc.), sino entendiendo los procesos, relaciones, patrones, vínculos e interacciones que tienen lugar.
Syllabus
_ componente medioambiental
La ciudad es un intercambio continuo de energía y materia y por tanto la escala idónea para plantear una relación más equilibrada con el medio.
La calidad del entorno físico es un factor fundamental para el éxito de los espacios públicos. Si bien el diseño espacial, los materiales y el equipamiento son aspectos fundamentales, hay un factor que con frecuencia se pasa por alto o es infravalorado: el clima y el confort que éste proporciona a sus ocupantes.
La mayoría de los asentamientos humanos se encuentran fuera de la zona de confort climático ideal, y muchos de ellos se enfrentan a condiciones meteorológicas extremas -que tienden a hacerse más extremas con el cambio climático. Es por tanto necesario incorporar este aspecto para encontrar formas sostenibles de mejorar las
condiciones climáticas de los espacios públicos. En la arquitectura vernácula y tradicional, tanto los edificios como los espacios públicos incorporaban la condición climática como parámetro fundamental de diseño, haciéndolos habitables sin requerir grandes cantidades de energía. Ubicación, orientación, dimensiones, geometría, materialidad y otros elementos de carácter pasivo se
utilizaban de forma estratégica para lograr ese objetivo.
Sin embargo, durante las últimas décadas el desarrollo rápido y globalizado en muchas ocasiones ignora este conocimiento y buenas prácticas potenciando el efecto isla de calor en los núcleos urbanos y sus espacios abiertos. Hoy en día disponemos del conocimiento, herramientas y tecnología para incluir los procesos ambientales y energéticos desde la escala de planificación urbana hasta la escala de barrio y diseño del espacio público.
_ componente social
En el mundo conectado de hoy, el diseño ya no puede abordarse desde una perspectiva individual y top-down, sino que debe ser el resultado de una red abierta y colaborativa de profesionales creativos, expertos, técnicos, ciudadanos y demás agentes urbanos. Este nuevo contexto requiere nuevas formas de pensar y trabajar. Se hace necesario explorar el nuevo papel del diseñador como activador, mediador y comisario de los procesos socioambientales. Es necesario concebir, desarrollar y poner en práctica las herramientas que pueden convertirse en el catalizador para despertar la creatividad y multiplicar las posibilidades de interacción y conexión entre los individuos en la búsqueda de comunidades más saludables y sostenibles. Surge la necesidad de definir herramientas que permitan a los ciudadanos ser participantes activos en todas las etapas: antes, durante y después de los procesos de diseño y transformación urbana. Una estrategia participativa requerirá de la definición de canales de comunicación multidireccional para compartir y recabar información, ideas, sueños y expectativas para la redefinición del entorno.
_ componente digital
La tecnología aporta nuevas posibilidades que cambian nuestra forma de comportarnos, permitiéndonos relacionarnos e interactuar mejor entre nosotros y con nuestro entorno natural y artificial. Hoy por hoy las empresas tecnológicas están marcando la agenda de la planificación urbana, la movilidad, la vivienda y muchos otros servicios urbanos. El diseño ‘consume’ mayoritariamente tecnologías ya definidas sin la posibilidad de conceptualizarlas, personalizarlas, alterarlas y producirlas para que sirvan a sus propios fines. ¿Podemos incorporar las nuevas tecnologías como una capa adicional al espacio público? ¿Podemos traer parte de la actividad de nuestro yo digital al espacio físico?