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CIUDAD Y EQUIDAD AMBIENTAL

El término Antropoceno resume el manifiesto de una urgencia.

Involucra, como sugiere Donna Haraway, una diáspora de sincronías extremas en una pluralidad de espacios y latitudes, que pulsan perspectivas de cambio entre persistencias que no terminan de extinguirse e impregnan de incertidumbre el futuro. 

Hay algo intangible en estos procesos que provoca tensiones, porosidades, contradicciones a la hora de imaginar materialmente escenarios menos apocalípticos, alternativos al colapso ecológico.

Cuestiones de escala, de relación entre frecuencia, porcentaje y velocidad de los eventos extraordinarios, una red de complejidades que ponen en juego correlaciones y correspondencias con la naturaleza cautiva implican no solamente al cambio climático sino también a las distintas crisis que vivimos de forma superpuesta (alimento, energía, vivienda, trabajo, salud), pues están profundamente conectadas con la justicia racial, el género y la discapacidad, los derechos laborales, la justicia territorial, los derechos de la naturaleza y la justicia ambiental, la inclusión social y el bien común.

El cambio que enfrentamos es de escala civilizacional, e impone transformaciones en las relaciones de poder, las formas de producción, las tecnologías dominantes, las instituciones que nos gobiernan, inclusive la geopolítica. Y fundamentalmente, en el sistema científico – tecnológico.

Michael Foucault en Tecnologías del yo establece como dispositivos emancipatorios cuatro tipologías de tecnología: 1) Tecnologías de producción, transformación o manipulación de cosas; 2) Tecnologías de sistemas de signos, sentidos, símbolos o significaciones; 3) Tecnologías de poder y de objetivación que determinan la conducta de los individuos y 4) Tecnologías del yo, que permiten a los individuos efectuar operaciones de transformación de su mundo subjetivo.

Para facilitar la producción de nuevas subjetividades que transformen el orden simbólico y generen relaciones capaces de sanar y de sanear los “paisajes residuales” resultantes, será preciso construir agendas en alianza con las universidades y los laboratorios de investigación permeando mecanismos de participación e innovación ciudadana abiertos a la colaboración democrática y a la inteligencia colectiva.

¿Cómo podemos trabajar juntos en un contexto post-Antropoceno?

El análisis territorial, fundamentado en la ciencia de la complejidad, el análisis de datos y la teoría de redes, permite modelar escenarios dinámicos identificando qué formas de topología, morfología y entropía urbana maximizan la eficiencia en la toma de decisiones relativas a la adaptación y transformación hacia la neutralidad climática.

Las ciudades generan innovación y prosperidad distribuida potenciando la colaboración y el co-diseño. Alcanzar la neutralidad climática no es una tarea fácil para las ciudades. Implica conseguir que los edificios sean neutrales en emisiones, que la electricidad provenga de fuentes renovables, reducir la movilidad motorizada y convertirla en eléctrica, etc. 

Un cambio de este calado requiere nuevas formas de involucrar a la ciudadanía, reforzar conductas colectivas diferentes, cambiar la inercia de los mercados e innovar con políticas urbanas que apalanquen el cambio, identificando innovaciones estratégicas que provoquen aceleración, replicación y escalado. Porque para transformar la ciudad es necesario experimentar con diversas tecnologías, marcos regulatorios, fiscalidad, modelos de gobernanza y políticas públicas, etc. pero fundamentalmente, hacen falta habilidades de innovación social, participación activa y construcción comunitaria.

El llamamiento a “dejar atrás” -transitioning away- los combustibles fósiles de manera justa, ordenada y equitativa declarado explícitamente en el histórico acuerdo recientemente celebrado en Dubai, en el marco de la Cumbre del Clima COP28, se lleva a cabo en el contexto de los nuevos planes climáticos que los países deben presentar en 2025 para seguir reduciendo las emisiones de efecto invernadero, los cuales deberán contribuir también con otras medidas para triplicar la capacidad mundial de energía renovable y duplicar la tasa de eficiencia energética para 2030, a fin de lograr el cero neto para 2050. 

En ese tránsito, el Workshop Proyecto 1 abordará la praxis del proyecto urbano como un metabolismo homeostático (del griego hómoios, ‘igual’, ‘similar’, y stásis, ‘estado’, ‘estabilidad’?) que es la capacidad de los organismos de mantener una condición interna estable compensando los cambios en su entorno mediante mecanismos de autorregulación e intercambio de información, materia y energía.

Esto significa coordinar un equilibrio dinámico entre las tensiones y contradicciones propias de todo proceso proyectual aplicando los principios del urbanismo ecosistémico (la re-naturalización urbana, las nuevas movilidades, las super-manzanas), partiendo de una eficiencia fundamentalmente ambiental de fisiología planetaria, dado que la escala del impacto excede ampliamente lo local y lo global, afectando la biosfera.

Desde este punto de vista, todo el planeta mantiene varias homeostasis, siendo la principal la homeostasis de la temperatura, afectada enormemente por el calentamiento antropogénico responsable de la magnitud del cambio climático, con sus impactos abruptos y sus efectos irreversibles en pérdida de biodiversidad, aumento del nivel del mar, estrés hídrico, sequías e inundaciones, olas de calor, ciclones y fenómenos meteorológicos extremos, escasez de recursos naturales, inseguridad alimentaria, migraciones y desplazamientos, mayor riesgo de mortalidad por enfermedades, entre otras.

Debemos actuar sobre las consecuencias del cambio climático, es decir sobre los impactos: tanto en la adaptación, definida como el proceso de ajuste al clima, real o proyectado, y sus efectos para moderar o evitar los daños, aprovechando las oportunidades beneficiosas; como en la mitigación, centrada en abordar las causas del cambio climático mediante la reducción de las fuentes de emisión de GEI y la mejora de los sumideros.

El Workshop oficiará como un espacio ensayístico y performativo para la aceleración de futuros; un obrador de proyectos especulativos que ha de generar conocimiento activo entendiendo la complejidad de las transformaciones a las que estamos sometidos ante la emergencia de la acción climática, hibridando procesos y formatos de “eco-edición” de manera creativa, involucrando a todos los agentes posibles – instituciones públicas y privadas, innovación ciudadanía, entornos tecnológicos- como facilitadores de las convergencias necesarias para un cambio radical de sensibilidad.


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