YERBA BUENA CIUDAD VERDE

Introducción

El objetivo de este proyecto es estudiar los bordes de la ciudad, ese lugar donde lo urbano se encuentra con la naturaleza. Este espacio de transición, lejos de ser una línea definida, constituye un ambiente intermedio cargado de potencialidades. Los bordes de la ciudad representan una oportunidad para concebir una conexión más gradual y armónica entre lo natural y lo construido, en la que surgen diversos espacios, sensaciones y usos que enriquecen tanto a la ciudad como al entorno natural.

En muchas ciudades, los límites urbanos están marcados por anillos de circunvalación, autopistas o rutas que funcionan como barreras físicas y simbólicas. Sin embargo, este enfoque rigidiza la relación entre lo urbano y lo rural, dejando de lado las posibilidades de una transición más integrada. ¿No sería más fructífero imaginar estos bordes como zonas de transición, espacios públicos pensados para el disfrute y la interacción? Estos sectores podrían convertirse en lugares de oportunidad para muchas ciudades, en los que se valoren y aprovechen las particularidades de cada contexto.

CONTEXTO

PROVINCIA DE TUCUMAN- CIUDAD DE YERBA BUENA

CONTEXTO

La provincia de Tucuman se encuentra al norte de la Argentina y es una de las provincias mas chicas del pais, con 22,500 km2 y 1.731.000 habitantes. Esta atravesada de norte a sur por el cordón montañoso del Aconquija que la divide en dos sectores, hacia el este la llanuras y hacia el oeste las montañas. Sus ciudades se fueron formando a los pies de las montañas y a lo largo de las vías del tren que unía los diferentes ingenios azucareros, ya que la caña de azúcar fue su principal cultivo durante muchos años. Ciudades en damero sobre las llanuras, cerca de las montañas es una característica común de la mayoría.

Yerba Buena se encuentra al oeste de la capital de la provincia, históricamente, esta ciudad se caracterizó por ser un “dormitorio” para los trabajadores de San Miguel de Tucumán, donde la mayoría de la población residía y se desplazaba al centro para trabajar y realizar compras. Este modelo de urbanismo disperso, centrado en el automóvil, ha contribuido a numerosos desafíos en términos de calidad de vida y sostenibilidad ambiental, que hoy con urgencia deben ser resueltos.

La ciudad se caracteriza por una densidad edificatoria baja. La mayoría de los edificios son casas de 1 o 2 plantas. En los últimos años se comenzaron a construir condominios de 3 y 4 niveles hacia el norte de la ciudad, una tipología que permitiría admitir mas residentes en la ciudad, pero que muchas gente se opone por miedo a perder la “esencia” de la ciudad jardín. Las manzanas son básicamente de bloques rectangulares y cuadrados, que se fueron configurando desordenadamente y cortando la linealidad de la trama vial. En los años 90 la ciudad creció con barrios cerrados que generaron barreras urbanas en toda la ciudad.

Yerba Buena viviendo un crecimiento poblacional de un 38% en los últimos 10 años (hoy tiene 102,741 habitantes). Presenta una alta demanda de migracion interna por su condición de cercanía a la montaña y la naturaleza, y por ser una ciudad con muchos arboles. Esta la posiciona como Ciudad Verde.

Clasificación de bordes

Este estudio propone la creación de un “plan de bordes”, una estrategia que permita analizar y rediseñar estas áreas de contacto. Este enfoque busca no solo mitigar los impactos de la urbanización sobre el entorno natural, sino también identificar las oportunidades de conexión y colaboración entre ambos sistemas.
Se plantea un análisis y vinculación de los diferentes formas de contacto de la ciudad con sus bordes y así luego planificar cual debería ser la acción a trabajar sobre los mismos.

El sector de análisis es un borde que tiene un sector de viviendas autoconstruidas, una reserva ecológica y sector agrícola. Es un lugar de conjunción de actividades y formas de usos donde hay una oportunidad para mejorar la relación entre la ciudad y la naturaleza, entre lo humano y los animales. En este sector hay una estructura oculta, marcada por las sendas de usos dentro de la reserva, que no tienen nombres de procedes, sino de sus características (por ejemplo: el Gomero, por un árbol que le da inicio o Rompecorazones, por tener un desnivel muy alto). En esta “estructura de ciudad” diferente conviven pájaros, insectos y los yerbabuenas que la visitan y usan diariamente.

Herramienta: el deporte

El deporte al aire libre se presenta como una herramienta clave para resignificar estos espacios. En muchas ciudades, los bordes urbanos están rodeados por montañas, ríos, bosques y otras áreas naturales que a menudo son zonas protegidas. Estas áreas son idóneas para el desarrollo de actividades deportivas al aire libre, que no solo fomentan la salud y el bienestar, sino que también pueden convertirse en un mecanismo para la conservación y el respeto por el entorno natural.

El deporte, como actividad profundamente vinculada a la naturaleza, puede moldear no solo el cuerpo y la mente de quienes lo practican, sino también las relaciones entre las comunidades y su entorno. Valores intrínsecos al deporte, como la colaboración, la dedicación y el trabajo en equipo, pueden expandirse hacia nuestra interacción con el medio natural. El deporte depende profundamente de la naturaleza: sin un planeta sano, no habría un terrero de juego apropiado para practicarlo. El deporte tiene una gran dependencia de la naturaleza y está muy vinculado a ella. Un planeta sano es el único terreno de juego posible, y preservar sus recursos es una responsabilidad compartida.

Es crucial trabajar para que la ciudad y la naturaleza interactúen de manera sinérgica. Los bordes urbanos deben convertirse en espacios de oportunidad donde el patrimonio natural se conecte de manera fluida con el entorno construido, estableciendo una continuidad ecológica y funcional con el territorio natural circundante. Estos espacios representan una única oportunidad de contacto con la naturaleza para muchos habitantes urbanos, ofreciendo beneficios ambientales y sociales esenciales para mejorar su calidad de vida y bienestar.

Sin embargo, estos lugares están sometidos a una intensa presión urbana, lo que genera impactos significativos en la biodiversidad y en los servicios ecosistémicos que ofrecen. Ante este desafío, es imperativo repensar los bordes urbanos como zonas de transición activas y participativas, que no solo minimicen los impactos negativos, sino que también potencien el valor de estos espacios para la ciudad y sus habitantes. En esta visión, el deporte al aire libre emerge como un puente simbólico y práctico para articular una relación más saludable y equilibrada entre la naturaleza y la urbanidad.