Repensando el modelo de Vivienda de Interés Social mexicano a través de un enfoque basado en el Urbanismo Ecosistémico

Movilidad deficiente, escasez de agua, acceso limitado a servicios esenciales y oportunidades de empleo, y una expansión territorial desmedida, son algunas de las consecuencias negativas del modelo mexicano de Vivienda de Interés Social (VIS) contemporáneo. Si además consideramos la significativa contribución que tiene la industria de la construcción en las emisiones de gases de efecto invernadero, nos encontramos ante un panorama que demanda una urgente reevaluación y transformación hacia prácticas más sostenibles en el ámbito de la vivienda social.

Esto nos lleva a formularnos una serie de preguntas cruciales: ¿Cómo podemos definir y medir la sostenibilidad urbana? ¿Cómo evolucionar hacia un modelo de VIS más sostenible, que se mantenga rentable para desarrolladores y que sea aprobado por las autoridades municipales? ¿Qué factores son prioritarios para la gente que habita estos espacios? 

Tomando un desarrollo habitacional en construcción en la periferia de Xalapa, México, como caso de estudio, proponemos una metodología de análisis ad hoc basada en los principios del urbanismo ecosistémico. A través de la selección y ajuste contextual de indicadores clave, buscamos equilibrar las exigencias del desarrollador con los entornos social y regulatorio locales, y la necesidad crítica de avanzar hacia un modelo de desarrollo urbano más sostenible.

Sostenibilidad urbana

El urbanismo ecosistémico aborda el concepto de sostenibilidad entendiendo las ciudades como entidades sistémicas. Haciendo una analogía con los sistemas biológicos, donde los organismos tienden a hacerse más complejos al tiempo que hacen un uso más eficiente de la energía, se planeta que una ciudad alcanza la sostenibilidad cuando experimenta un crecimiento poblacional y un aumento en su prosperidad económica y en la diversidad de sus actividades, sin que ello implique un incremento proporcional en su consumo de recursos. 

Ecuación de la sostenibilidad urbana. Fuente: Guía Metodológica para los Sistemas de Auditoría, Certificación o Acreditación de la Calidad y Sostenibilidad en el Medio Urbano

Aunque no se puede afirmar que este método de medir la sostenibilidad sea el único válido, definitivamente ofrece un punto de partida muy útil, pues permite una evaluación numérica de de factores determinantes en ella: ocupación del suelo, movilidad, autosuficiencia hídrica, entre otros. Además, brinda metas que son, en gran medida, aplicables a cualquier proyecto de desarrollo habitacional.

El contexto

Xalapa, la capital del estado de Veracruz, es el núcleo de una importante área de influencia económica que incluye otros ocho municipios, que juntos conforman la Zona Metropolitana de Xalapa (ZMX). Esta zona cubre un total de 108.954 hectáreas y, para el año 2020, contaba con una población de poco más de 780.000 habitantes. En los últimos 10 años, la población de esta conurbación ha experimentado un crecimiento del 11%. Sin embargo, este aumento no ha sido uniforme. Mientras que el propio municipio de Xalapa vio un crecimiento modesto del 6,68%, alcanzando los 488.531 habitantes, el municipio de Emiliano Zapata, ubicado al sur, experimentó un notable incremento del 38,5%, superando los 85.489 habitantes en el mismo período. Es notable mencionar que entre 1990 y 2020, la expansión urbana de la ZMX creció de 2.347 a 8.444 hectáreas, es decir, que prácticamente triplicó su tamaño en los últimos 30 años.

Crecimiento de la ZMX 1990 – 2023
Crecimiento del municipio de Emiliano Zapata 2003 – 2023

Uno de los principales factores que ha impulsado el crecimiento urbano en estas regiones es el costo reducido de la tierra, notablemente más bajo que en la zona municipal de Xalapa. En un mercado sin subsidios, donde las viviendas deben ofrecerse a precios bajos, los desarrolladores privados suelen optar por aprovechar el menor costo de estos terrenos. Esto deriva en una preferencia por desarrollar en ubicaciones periféricas, donde la tierra es más asequible, maximizando así los beneficios.

Caso de estudio

El trabajo aquí presentado se enfoca en un proyecto residencial situado precisamente en la zona de mayor crecimiento poblacional de la ZMX, el municipio de Emiliano Zapata. Se espera que para 2028, este complejo cuente con más de 6.000 unidades habitacionales, principalmente viviendas multifamiliares y de interés social, y el plan incluye la creación de áreas comerciales y espacios para educación, recreación y salud, apuntando hacia una comunidad autosuficiente.

El análisis se centra en una sección ya habitada, en donde se pretende utilizar los indicadores del urbanismo ecosistémico como referencia, con la finalidad de comparar la realidad actual con los objetivos de sostenibilidad planteados. Esta evaluación será crucial para identificar oportunidades de mejora y aplicar ajustes en las fases futuras del proyecto, garantizando su evolución hacia un modelo urbano más sostenible y eficiente.

Desarrollo de la metodología

Aunque los principios del urbanismo ecosistémico son aplicables globalmente, no todos se alinean perfectamente con las realidades económicas, sociales y regulatorias específicas de México, y en particular de Xalapa y del entorno empresarial responsable de su implementación. Por lo tanto, se vuelve esencial adaptar estos principios a las circunstancias locales. 

En términos generales, la metodología se divide en tres etapas fundamentales. La primera etapa corresponde a la dimensión regulatoria, donde se evalúa qué acciones son posibles lograr bajo la legislación actual. La segunda etapa es la dimensión empresarial, que se enfoca en determinar qué se puede lograr con los recursos disponibles del desarrollador. Finalmente, la tercera etapa es la dimensión ciudadana, donde se analiza la importancia o prioridad que los ciudadanos le dan estas soluciones, o si tienen otras problemáticas que consideren de mayor urgencia.

Tomemos el indicador de Densidad de viviendas como ejemplo. La Guía Metodológica establece una meta deseable de entre 100 y 160 viviendas por hectárea. En primer lugar, ¿la regulación actual de desarrollo urbano permite tal densidad?
Segundo, ¿qué impacto tendría sobre el presupuesto del desarrollador? ¿qué impacto mercadológico?
Y para terminar, ¿cuál es la opinión de los residentes? ¿estarían de acuerdo con un incremento en la densidad de su comunidad?

El proceso específico de selección de indicadores comienza con un entendimiento detallado de los mismos. Es esencial comprender cómo se miden, cuáles son los objetivos que persiguen y sus fundamentos teóricos. Este paso inicial es crucial para establecer una base sólida para el análisis posterior.

Una vez hecho esto, el siguiente paso es clasificar los indicadores según su relevancia inmediata para el proyecto específico y la disponibilidad de los datos necesarios para su cálculo. En este punto, se crea una matriz de relevancia/esfuerzo para determinar cuáles indicadores son esenciales y factibles de medir, como la densidad de viviendas, frente a aquellos que, aunque importantes, presentan mayores desafíos en la obtención de datos, como el confort térmico. Además, se identifican aquellos indicadores que deben ser descartados debido a su complejidad o irrelevancia, como podría ser el confort acústico en ciertos contextos.

El paso subsiguiente involucra diagnosticar y priorizar los indicadores clave, específicamente en relación con el área de estudio. Esto implica realizar una comparación detallada entre los indicadores seleccionados y los objetivos del urbanismo ecosistémico. A partir de este análisis, es imperativo emprender una búsqueda exhaustiva de soluciones prácticas y creativas, especialmente enfocadas en mejorar aquellos indicadores que muestren desempeños inferiores a los esperados.

Estas soluciones se deben clasificar según su impacto en la sostenibilidad del proyecto y su viabilidad de implementación. En este proceso, se elaboran presupuestos y se someten las soluciones a un análisis regulatorio riguroso. Como resultado, se genera otra matriz, esta vez evaluando el impacto potencial de cada solución y los costos o beneficios asociados con su implementación. Es fundamental adaptar los objetivos a las realidades locales cuando sea necesario, asegurando que las soluciones sean pertinentes y efectivas en el contexto específico. Una dimensión ciudadana ayuda en este aspecto, pues brinda una visión fuera de la torre de marfil.

Finalmente, se delineará una estrategia integral de implementación, estableciendo metas claras a corto, mediano y largo plazo. Un aspecto fundamental de este enfoque es la medición continua y el seguimiento del progreso, lo que permite realizar ajustes oportunos y asegurar que el proyecto evolucione de manera efectiva hacia los objetivos de sostenibilidad.

Conclusión

Ante el inmenso desafío que representa el cambio climático, resulta crucial reconocer el papel predominante de las ciudades como principales contribuyentes a este fenómeno. No obstante, para lograr una verdadera transición hacia modelos urbanos más respetuosos con el medio ambiente, es esencial considerar a todos los agentes implicados en la creación de ciudad: gobiernos, desarrolladores y sociedad. Estos actores tienen agendas, necesidades y aspiraciones que a menudo no coinciden entre sí, ni con los principios del desarrollo sostenible. Por ello, es imprescindible adoptar un enfoque holístico y conciliador, que sea experimental y verificable, y que logre motivar a estos actores sin generar antagonismos.

En un escenario donde la narrativa dominante es la urgencia de apagar el fuego, la presión por encontrar soluciones inmediatas puede conducir a decisiones precipitadas y, a menudo, a resultados no deseados. La finalidad de desarrollar esta metodología es trazar rutas concretas hacia una gestión eficiente y efectiva de los recursos de los desarrolladores de vivienda, pero también implica escuchar activamente a los ciudadanos para comprender sus necesidades adicionales y, en última instancia, alcanzar un consenso con las autoridades locales. La meta es crear un camino sostenible que atienda tanto a las urgencias ambientales como a las demandas sociales.

¿Cómo transitar hacia desarrollos de vivienda sean más compactos, complejos, eficientes, equitativos, accesibles y autosuficientes, y que, más allá de ser meras entelequias, puedan materializarse en ejemplos concretos y vivos de innovación y sostenibilidad urbana?