¿Cómo se habita una ciudad cuando no te preguntan cómo debería ser?

Este proyecto explora nuevas formas de participación urbana desde el cuerpo, el cuidado y la imaginación. Caminando por mi barrio es una herramienta lúdica que surge como respuesta a una ciudad segregada, insegura y diseñada sin nosotras. Aquí comparto los avances de esta investigación que busca, a través del juego, devolver el poder de decisión a las personas que viven y transforman los territorios todos los días.

¿Qué es caminando por mi barrio?


No todos los espacios públicos son iguales, ni se habitan de la misma forma. Esta clasificación muestra distintas morfologías del espacio público urbano (desde pasajes hasta parques lineales) y su contraste entre forma física y uso social. Esta dualidad entre diseño y apropiación es clave en mi investigación.

Contexto histórico

La línea de tiempo permite ubicar la participación ciudadana en la historia reciente de Chile: desde la movilización barrial de los años 60, pasando por la fragmentación dictatorial, la tecnocratización de los 90-2000, hasta el estallido social y la urgencia de una participación más incidente en la actualidad.


El espacio público no es neutro. Los datos lo confirman: más del 70% de las mujeres ha dejado de caminar sola por ciertas zonas; casi un tercio se siente insegura en la vida pública. La infraestructura urbana —o su ausencia— tiene un impacto directo en la autonomía y el derecho a la ciudad.

Las frases recogidas en las encuestas cualitativas son tan claras como potentes:

“Me han invitado a opinar cuando ya estaba todo decidido, eso no es participación.”

“Hacen plazas, pero no veo a ningún niño jugando.”

“Me bajo del metro y me voy directo a mi casa.”

Estas voces nos interpelan y nos recuerdan que no basta con consultar: hay que transformar.


El acceso al espacio público es una responsabilidad compartida, pero profundamente desigual. Este esquema muestra cómo distintos actores —desde vecinas hasta instituciones públicas— tiene agencia sobre los distintos niveles de la problemática.


Para nutrir esta propuesta se estudiaron casos internacionales de participación ciudadana: desde presupuestos participativos hasta procesos de codiseño urbano comunitario en América Latina, India y Europa. Esta mirada comparada da cuenta de que otra forma de hacer ciudad sí es posible.


El análisis de tipologías de participación ciudadana permite situar el proyecto Caminando por mi barrio dentro de las formas más avanzadas de participación urbana: el codiseño colaborativo y la participación situada y performática. Estos enfoques permiten superar la lógica tradicional de consulta o participación representativa y buscan generar procesos más horizontales, creativos y transformadores. Aquí, las mujeres no son solo invitadas a opinar, sino que se convierten en agentes activas de diseño y transformación del territorio.


Esta perspectiva plantea una pregunta clave: ¿cómo generar las condiciones para que esta participación sea genuinamente accesible y significativa para todas? Es en este punto donde la dimensión lúdica cobra un rol fundamental.

Integrar elementos de gamificación al proceso participativo no responde a una tendencia superficial, sino a una necesidad metodológica: crear un espacio participativo que sea accesible, estimulante y empático.

El juego permite activar la imaginación, fomentar la interacción entre participantes diversas y romper con la rigidez de los formatos institucionales. A través de la combinación de mecánicas de juego (interacción, desafíos, gestión de tiempo) con objetivos de participación incidente (deliberación colectiva, construcción de espacio, diálogo), se crea una plataforma donde las ideas de las vecinas pueden emerger, circular y materializarse de manera colaborativa.

El juego no es aquí un fin, sino un medio poderoso para democratizar el derecho a la ciudad.


El proceso de Caminando por mi barrio se estructura en cuatro etapas progresivas. Desde la exploración emocional del territorio, pasando por la imaginación creativa, la priorización colectiva de ideas, hasta la fase urbana de intervención concreta. Este recorrido permite transitar de la percepción individual a la acción colectiva, generando impactos tangibles en el entorno urbano.


El kit lúdico incluye diversas piezas que estimulan la participación y el pensamiento creativo: un tablero de fondo que representa el barrio, mapas editables, tarjetas de situación y acción, un bloc de ideas y fichas de votación. Estos elementos facilitan que las participantes naveguen de manera lúdica por escenarios posibles y construyan, en conjunto, visiones de transformación barrial.


Las categorías de acción estructuran el diálogo en torno a dimensiones clave para el habitar de las mujeres en el espacio público: seguridad, naturaleza, cuidado, transformación y comunidad. Estas categorías emergen de los relatos recogidos en las encuestas y talleres, y permiten que las participantes visualicen y diseñen intervenciones urbanas que respondan a sus necesidades y deseos.


En la etapa urbana, el juego propone un aterrizaje territorial. Las ideas priorizadas son geolocalizadas y proyectadas en el mapa del barrio, permitiendo visualizar cómo transformar espacios concretos: calles, plazas, equipamientos. Este ejercicio busca materializar propuestas de las vecinas, cerrando el ciclo de participación de lo simbólico a lo tangible.


El diagrama sintetiza el horizonte del proyecto: contribuir a superar la participación simbólica o consultiva, aún dominante en las políticas urbanas chilenas, para avanzar hacia una participación incidente y transformadora, donde la ciudadanía no solo opine, sino que codiseñe, decida e implemente cambios en su barrio.