Nicaragua, considerado uno de los países más pobres de América Latina, basa su pequeña economía en la industria liviana, los servicios y la agricultura; beneficiándose de la inversión extranjera directa y las remesas. Se contabiliza entonces que el 64.5% de la población trabaja en agricultura y la contribución al PIB de dicho sector es del 8.1%.

Acorde al Banco Mundial, el crecimiento del país a largo plazo se ve limitado por un nivel de capital humano bajo, déficits de infraestructura y un entorno institucional y empresarial débil. Así, el 24.9% de la población vive en condición de pobreza y más del 8% vive en condición de pobreza extrema sobreviviendo con menos de 1.25 dólares al día; otro dato significativo es que, pese a que la mayor parte de la población se dedica a la agricultura, el 19.3% de la misma no logra adquirir alimentos suficientes para satisfacer las necesidades de energía alimentaria, siendo las áreas rurales las más adolecidas.

Por otra parte, desde el punto de vista ambiental, la condición de pobreza de las zonas rurales puede evidenciarse no sólo en el monocultivo y propagación de latifundios, sino en el consumo de leña como principal energético; al respecto conforme al Balance Energético Nacional 2021, elaborado por el Ministerio de Energía y Minas- MEM,

  • (…) el 44.5 % del consumo final de energía corresponde al sector residencial, siendo en este sector la leña el principal energético consumido representando el 84.7% del consumo para el año 2020, es decir 979.4 toneladas equivalente de petróleo (3,057.1 miles de toneladas métricas) las cuales son utilizadas específicamente para la cocción de alimentos especialmente en zonas rurales.

En consecuencia, lo previamente descrito se materializa en la mayor parte de las ciudades del país, las cuales, exceptuado la ciudad capital Managua, son ciudades menores de poblaciones relativamente pequeñas, con un hiterland o zona de influencia donde se desarrollan actividades agrícolas que apoyan el desarrollo de las actividades de la ciudad.

Empero, hemos de ser conscientes que la interrelación campo- ciudad va más allá de dichas circunscripciones territoriales, pues con la adaptación tecnológica de los países en vías de desarrollo en el sector primario y la imposición directa- indirecta de la premisa “crecimiento hacia fuera” de orientación exportadora en la contemporaneidad podemos hablar de una urbanización extendida o urbanización planetaria, caracterizada por el despliegue de infraestructura a nivel global y la financiarización de los recursos naturales; que a su vez se materializa en la explotación de recurso naturales y humanos, y el menoscabo de las formas de vida rural, agraria y comunitarias.

A partir de ello se comprende que una forma palpable de analizar los impactos de esta urbanización extendida y de reivindicar los valores, no sólo estéticos, sino culturales, sociales, espirituales y económicos del territorio es mediante el estudio del paisaje. En específico el paisaje productivo, el cual según la Iniciativa Latinoamericana del Paisaje- LALI (s.f.), se comprenden como;

  • (…) unidades de gestión territorial, que integran la producción conjuntamente con la sociedad, su cultura y territorio con ética y responsabilidad posibilitando la seguridad alimentaria y el buen vivir.
  • El valor productivo del paisaje es la capacidad que el mismo tiene para proporcionar beneficios económicos, convirtiendo sus elementos en recursos que aporten al desarrollo sostenible, profundizando sus rasgos patrimoniales.

Es decir, el paisaje es indispensable para el sostén de la vida humana, pues presta servicios ecosistémicos de soporte, aprovisionamiento, regulación y culturales; por ende, el paisaje es dinámico y complejo, pues depende de los sistemas que le componen en relación con los elementos naturales sociales, culturales y perceptuales que le integren.

Así, para denotar el impacto de la urbanización extendida en el paisaje productivo de Nicaragua, se ha escogido como caso de estudio el municipio de Masaya, ubicado en la Región Pacífica de Nicaragua, con una superficie de 141 Km2, cuya ciudad es la cabecera municipal del departamento homónimo y cuyo mercado y estación de buses municipales se convierten en el polo esencial de las interrelaciones productivas, no sólo del municipio mismo, sino de otros centros poblados menores denominados Pueblos Blancos (Catarina, San Juan de Oriente, Diriá, Diriomo, Niquinohomo, Nandasmo, Masatepe), cuyas jurisdicciones incluso van más allá de los límites del departamento de Masaya.

Dicha interrelación se denota dentro de las diversas unidades de paisaje productivo que se han creado en el municipio de Masaya, donde cada porción de territorio se caracteriza por usos de suelo, servicios ecosistémicos y valores específicos que infieren incluso en su ordenamiento y planificación territorial.

Sin embargo, pese a la vocación productiva del suelo del municipio de Masaya, de las 27 comunidades rurales que le componen solamente siete de estas concentran poblaciones de entre 2,500 a 10,000 habitantes, y se caracterizan por ser minifundios con sistemas de cultivos perennes; a su vez, el municipio posee latifundios y pequeñas unidades de producción campesina que se relacionan con el mercado. En contraste las comunidades rurales del municipio poseen un nivel de pobreza entre severa y alta.

La ciudad por su parte posee un nivel de pobreza baja, cuya economía se basa en la industria artesanal sobresaliendo el calzado y costura con un total aproximado de 1,097 talleres; junto a un aproximado de 1,675 puestos comerciales minoristas como pulperías, abarroterías, panaderías y tortillerías.

Por tanto, se denotan en la actualidad cinco unidades de paisaje que integran el paisaje productivo del municipio; por su parte un paisaje rural caracterizado por pequeños centros poblados con una marcada producción de subsistencia, un paisaje periurbano donde la terciarización del área rural mediante la incorporación de manufactureras o zonas francas ha alterado la vocación de uso de suelo.

Un paisaje urbano histórico delimitado en 172 manzanas que integran el centro histórico y sectores especiales de la ciudad y donde se concentra el mayor número de industrias artesanales; y por último un paisaje urbano residual producto de la contaminación causada por la actual forma de producción y logística de la ciudad específicamente identificada en el vertedero municipal, vertederos clandestinos y mercado- estación de buses municipal, donde se contabiliza una producción de desechos diarios de 200 toneladas, de las cuales 20 toneladas corresponden al Mercado Municipal Ernesto Fernández. Todo ello desplegado sobre una base o paisaje natural cuyos bienes ambientales principales son la laguna de Masaya y el cerro El Coyotepe.

Además de ello se denotó, acorde al Plan Maestro de Desarrollo Urbano 2004- 2024, que la infraestructura del municipio posee amplias deficiencias, donde los servicios básicos como energía eléctrica, agua potable y drenaje pluvial y sanitario cubren entre el 92.9%, 91.5% y el 43.8% de la población de la ciudad; mientras que la población de las comunidades rurales carece en gran porcentaje de dichos servicios. La vialidad y el transporte, por su parte se compone de rutas interurbanas e intermunicipales, pero las rutas hacia el área rural la mayor parte del tiempo se encuentran en mal estado.

Conforme a dicho diagnóstico, se identificó la obsolescencia del sistema productivo y de gobernanza actual, cuya manifestación intangible se percibe en la caducidad del modelo de exportación y sobreconsumo de los recursos naturales (especialmente alimenticios); y en la configuración de políticas públicas con un enfoque de gestión top- down. A su vez, la manifestación tangible de esto se evidencia en los monocultivos y agricultura de subsistencia que se da en el territorio, junto a la abundante producción de residuos sólidos urbanos, contaminación de los bienes ambientales y en un conjunto de infraestructura en mal estado o subutilizados, con énfasis en espacios públicos que pueden ayudar a descentralizar el actual mecanismo de comercialización.

Consecuentemente, el objetivo de esta investigación es planificar integralmente el territorio, mediante el análisis de las unidades de paisaje que le componen, bajo la reinterpretación del patrón de producción de los recursos endógenos, a fin de reconocer a la “ruralidad” y la “urbanidad” como un sistema de intercambio complejo; cuyo proceso metodológico pueda ser replicable a otros entornos nacionales y regionales.

Por ello, la propuesta incorpora y se sustenta en dos conceptos relevantes, el primero es la bioeconomía, el cual busca recordar el origen biológico del proceso económico (Georgescu-Reogen, 1975), mediante la producción de recursos biológicos renovables y la conversión de estos recursos y flujos de desechos en productos de valor agregado como alimentos, piensos, productos de base biológica y bioenergía (Consejo Alemán para la Bioeconomía, 2017).

Y el segundo es la gobernanza multinivel, el cual según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos- OCDE (2021), es la interacción entre los niveles de gobierno al diseñar e implementar políticas públicas, donde dicha interacción se caracteriza por ser una dependencia mutua que se ejecuta verticalmente (entre diferentes niveles de gobierno), horizontalmente (en el mismo nivel de gobierno) y en red con una gama más amplia de partes interesadas (ciudadanos, acotes privados); cuya práctica es parte del sistema de gobernanza independientemente a la forma institucional (centralizada o descentralizada).

Para ello se generan cuatro líneas estratégicas que buscan actuar desde la base social hasta la escala municipal y nacional; dichas líneas estratégicas son:

  • Bioproducción e interconexión: Implementación de la bioeconomía a escala artesanal e industrial artesanal, definición de redes socio- productivas entre el campo y la ciudad con énfasis en el mercado étnico; y la futura mejora de las vías de comunicación.
  • Salubridad y diversidad ambiental: Mejora en la gestión de residuos sólidos urbanos con énfasis en los residuos orgánicos; junto a la futura mejora de la infraestructura de drenaje pluvial y sanitario, junto a la recuperación de los bienes ambientales del municipio.
  • Educación y autogestión: Mejora de los espacios públicos inmediatos y generación de redes socio- productivas mediante la práctica de la autogestión y recuperación de la identidad comunitaria del hacer “ciudad” y de la “ruralidad”. Junto a la implementación de prácticas de educación ambiental nacidas desde el núcleo familiar.
  • Paisaje y cultura: Pretende la recuperación y diversificación de los usos de suelo del Centro Histórico y demás áreas de la ciudad, a fin de revitalizar la vida de la ciudad y descentralizar las actuales áreas de recarga de comercialización (avenidas principales, mercado y estación de buses municipal); junto a la recuperación del valor ecológico de los patios internos y patios de herencia indígena, más la recuperación de los bienes naturales y arqueológicos municipales (laguna de Masaya, petroglifos El Cailagua y cerro El Coyotepe).

Para la implementación de la propuesta en una Etapa Inicial, se pretende trabajar desde la base social autogestionada, teniendo como premisa a la familia como núcleo generador de cambio, e incorporando la interconexión ciudad- campo mediante una red de revalorización de residuo orgánico. El propósito de este es el de recolectar los residuos orgánicos pertinentes, los cuales serán trasladados a las comunidades rurales para la generación de biogás y producción de residuos orgánicos mediante la implementación de biodigestores familiares y comunales.

Al respecto se conoce que las comunidades de menor población en el municipio de Masaya rondan los 450 habitantes, para lo cual, con el aporte de 3,000 Kg de estiércol de ganado y 70 Kg de desechos de cocina de la comunidad, se podría generar 117.17 m3 de biogás para su subsistencia; aminorando el uso de leña y por ende sus efectos colaterales a la salud. A su vez el desperdicio producido de dicho proceso, llamado biol, puede incrementar la producción del cultivo de cereales, como el maíz, entre un 10% al 30%; además potencializa la fertilidad y estructura del suelo, y actúa como repelente de plagas.

En una Etapa Intermedia, se pretende el trabajo a escala municipal, lo que indicará un acoplamiento efectivo entre las necesidades del territorio y la población que lo habita, y la agenda del nivel administrativo local y nacional. Ello se materializará en una cartera de proyectos dirigidos a los puntos neurálgicos que incentiven una revalorización del espacio público y la solidez de las cadenas socio- productivas entabladas a lo largo del tiempo; todo ello generará unidades de paisaje más coherentes y de menor carácter extractivista.

Por tanto, las acciones se conducen a entender el paisaje rural y periurbano como áreas donde la implementación de parques agroecológicos y la experimentación en la cadena de valor agregado mediante la industria artesanal servirán de contención para el crecimiento de la ciudad y a su vez aportará a la conservación de la vocación de los suelos.

Por otra parte, para la cohesión y conservación del paisaje urbano histórico, trabajar sobre el reordenamiento del mercado y estación de buses municipal, junto a la regularización del asentamiento informal Las Malvinas, ayudará a la mejora ambiental del área, la mixtura de usos de suelo a lo largo de las unidades barriales de la ciudad y la descentralización de los empleos vinculados a dicho sector comercial. Esto último se apoyará mediante la habilitación multifuncional y de horario diferenciado de espacios públicos y semi- públicos, como: la Placita de Monimbó, Antigua Estación del Ferrocarril, Malecón, patio del Asilo de ancianos, entre otros; convirtiéndose en áreas de intercambio barrial autogestionados y ayudando a la reapropiación del patrimonio local por los oriundos.

El actuar mediante la instalación de una planta recicladora en el actual vertedero municipal, con miras a la generación de biogás y bioenergía para suplir a las comunidades rurales del sector Sur, no sólo ayudará a la salubridad del municipio mismo, sino que creará empleos, a la misma vez que una cultura de conciencia ambiental y la recuperación de los actuales paisajes residuales de la ciudad.

Cabe mencionar que para la implementación de la propuesta en todas sus etapas es necesario la implementación de la financiación tradicional y alternativa, como las Asociaciones Públicas Privadas y Crowfunding; por tanto, la experimentación y desarrollo de instrumentos que favorezcan la inversión privada, sin menoscabar los derechos culturales, sociales y económicos de la población, serán de gran importancia e impacto en la discusión a escala local (municipal) y nacional para la consolidación e incluso replicabilidad de la presente propuesta de gestión y planificación de los territorios socio- productivos.

Referencias:

  • Banco Mundial (s.f.) Nicaragua: Panorama general. Disponible en: https://www.bancomundial.org/es/country/nicaragua/overview (Consulta: 27 noviembre 2023).
  • Brenner, N. (2013) Tesis sobre la urbanización planetaria. Nueva Sociedad, 243, 38- 66.
  • Iniciativa Latinoamericana del Paisaje- LALI (s.f.) Documento: Convenio Latinoamericano del Paisaje. Disponible en: https://issuu.com/laliniciativa/docs/documento_latinoamericano_del_paisaje_10-04-23 (Consulta: 24 noviembre 2023)
  • Massey, D. (1995). Spatial Divisions of Labor. Social structures and the geography of production. Routledge. 2da ed. Nueva York: Routledge.
  • Ministerio de Energía y Minas- MEM (2022) Balance energético nacional 2021. Managua.
  • Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos- OCDE (2021) OECD Economic Surveys: Turkey 2021. Paris: OECD Publishing.
  • Programa de Fortalecimiento y Desarrollo Municipal INIFOM- BID (2005). Plan Maestro de Desarrollo Urbano Ciudad de Masaya 2004- 2024.
  • Rodríguez, A., Mondaini, A., Hitschfeld, M. (2017). Bieconomía en América Latina y el Caribe. Contexto global y regional y perspectivas. Santiago: Naciones Unidas.