“La mundialización de los intercambios constituye el dato esencial de la presente recomposición de la vida económica. Hoy en día hay que pensar en términos planetarios: la producción, el consumo, los intercambios y la relación con el entorno que les corresponde”. [Bertrand Hervieu]

La interrelación e interdependencia entre el campo y la ciudad es cada día más evidente en la contemporaneidad; a su vez, ante el alarmante cambio climático las zonas rurales representan un área de reserva ambiental, ecológica, paisajística y productiva de los territorios. Así mismo, ante los cambios socio- políticos que se gestan en diversos países de América Latina y el Caribe, cuyos efectos se concretizan en la marginalidad, pobreza y contaminación ambiental, se comprende la revalorización de la interconexión campo- ciudad mediante la producción agrícola y de bienes más sostenibles, como una vía de cambio.

En consecuencia, el presente tema de estudio pretende explorar la bioeconomía como una herramienta para la revalorización del sistema productivo agrícola del municipio de Masaya- Nicaragua, conectando a futuro la producción artesanal de la ciudad con los productos de valor agregado que pueden adquirirse del maíz y la yuca, recursos naturales cultivados dentro de dicho territorio.

Específicamente, el municipio de Masaya se ubica en la Región Pacífica de Nicaragua, posee una superficie de 141 Km2 y cuenta con una población de 191,574 habitantes aproximadamente, el 68% de dicha población se concentra en 87 barrios y el 32% se distribuye en 27 comunidades rurales (SILAIS, 2022). La ciudad se caracteriza por su producción artesanal de calzado, comidas y dulces tradicionales, bordados, elaboración de hamacas, entre otros; ello, junto a la presencia de su patrimonio inmueble de carácter vernáculo, petroglifos de El Cailagua, el monumento histórico Cerro y Fortaleza El Coyotepe y el bien natural Laguna de Masaya, le hicieron merecedora de su reconocimiento como Patrimonio Cultural de la Nación. Por su parte las comunidades rurales se caracterizan por un sistema de producción agrosilvopastoril, aportando el 36.70% de la producción de maíz a nivel departamental, y desde 2020 ha aumentado su producción de yuca.

Sin embargo, pese a que, en la historia de Nicaragua, se han implementado diversos modelos productivos y económicos, concretizados en incentivos productivos, instrumentos normativos y propuestas de ordenamiento territorial [1], a la fecha los avances se han ralentizado y la gestión fragmentada entre el campo y la ciudad permanece. Ejemplo de ello es el Plan Maestro de Desarrollo Urbano de la ciudad de Masaya, 2004- 2024 [2], el cual pretendía “Desconcentrar el área urbana propiciando condiciones socioeconómicas a los habitantes del sector rural, disminuyendo el alto ritmo de crecimiento de la población urbana.”; empero su cumplimiento se ha visto afectado por procesos coyunturales que incluso han mermado el involucramiento de la población en el último quinquenio.

Ante ello, es menester recordar que el desarrollo territorial “(…) se entiende como un proceso de construcción social del entorno, impulsado por la interacción entre las características geofísicas, las iniciativas individuales y colectivas de distintos actores y la operación de las fuerzas económicas, tecnológicas, sociopolíticas, culturales y ambientales en el territorio.” [3]

Por su parte, la geógrafa económica, Doreen Bárbara Massey, expone que el espacio [o territorio] “(…) se sustenta en geometrías de poder, producto de relaciones definidas por redes, vínculos, interacciones y prácticas, que delimitan y/o activan la posibilidad de participar, decidir y actuar en los diferentes procesos que el desarrollo propone. El espacio es producto de relaciones (conformando así una geometría del poder)”[4]; a su vez, la autora en su libro Spatial Divisions of Labor. Social structures and the geography of production (1995)[5], invita a plantearse tres preguntas claves al referirse al espacio o territorio:

¿puede haber una ruptura a través de la cual las instancias sociales hegemónicas entren en crisis y abran paso a un cambio en el equilibrio del poder social? ¿Qué podemos hacer para provocarla? ¿Qué aporta la comprensión del espacio, del lugar y de la política a este momento de cambio?

A partir de los cuestionamientos precedentes, se define que la producción alimentaria no está disociada a la gestión del territorio, la gobernabilidad y el desarrollo económico; sino más bien es un punto de exploración para el cambio y la generación de una gestión de los recursos más sostenibles y equitativa. Al respecto surge el término de red socio- productiva, la cual es una “Forma de trabajo cooperativo y secuencial que involucra a agentes-actores de un espacio territorial determinado bien sea urbano o rural, dedicados a la creación de una nueva idea, producción y comercialización de rubros determinados, que da cuenta de una cultural local.”[6]

En consecuencia, se plantea como hipótesis, que la generación de un proceso inverso donde la base social se active simultáneamente mediante redes socio- productivas lograrán redirigir la agenda del gobierno local; logrando un acoplamiento efectivo de las prácticas que beneficien a todos los involucrados. Por tanto, la propuesta busca la generación de un plan de acción de activación ciudadana y de recuperación de la interrelación entre el campo y la ciudad para el municipio de Masaya- Nicaragua; ante lo cual se analiza, define y explora un proceso fractal que nazca desde la base social y reoriente la agenda administrativa local hacia el aprovechamiento sostenible de los recursos agrícolas, obteniendo un proceso basado en la bioeconomía, como marco de referencia de desarrollo productivo e innovación, donde se minimice la generación de desechos y se produzcan bienes y servicios que puedan ser reutilizados el máximo número de veces, evitando así la contaminación y degradación de los recursos naturales y revalorizando las cadenas de producción agrícola y de las industrias culturales y creativas.

Consecuentemente se plantea como estructura de acción la conformación de redes socio- productivas que nazcan de las relaciones entre los productores y distribuidores a lo largo del municipio, que den paso a la conformación de una producción en escalas: artesanal, industrial- artesanal e industrial; dichas redes actuarán bajo colectivos multidisciplinares que ayuden a los productores a enfrentar las demandas educativas, tecnológicas, medio ambientales y de movilidad que el mercado demanda.

A su vez, de forma general se plantean, tres fases para lograr la implementación de este proyecto;

  • Etapa Inicial, cuya finalidad es la búsqueda de la cohesión social mediante el tejido de las primeras redes socio- productivas; implementando a su vez medidas de ahorro de agua y energía, junto al inicio de una red de compostaje y de huertos urbanos; y del establecimiento de redes de venta digitales con énfasis en el mercado étnico, siendo esta una de las principales acciones para la futura consolidación de esta etapa.
  • Etapa Intermedia- Fase 1, prevé el acercamiento del nivel administrativo local, con lo que se busca el establecimiento de las primeras relaciones para la normalización y reconocimiento de los colectivos socio- productivos; junto a la consolidación y experimentación de las escalas de producción artesanal e industrial- artesanal.  Dentro de ello se prevé la génesis controlada de una mixtura de usos de suelo en el territorio mediante las viviendas productivas que adopten o formalicen la producción artesanal con derivados simples de la yuca y el maíz; y la generación de mercados barriales que ayuden a la descentralización actual del mercado municipal.

Así mismo, es el primer paso para conducir al gobierno local a actuar en la conservación ambiental de los bienes naturales municipales, la conservación del patrimonio inmueble de la ciudad, la mejora de la movilidad y la inversión en la digitalización de la información y monitoreo del territorio.

También se prevé el reconocimiento de la red de compostaje y huertos urbanos iniciadas de forma autónoma por la población, con su expansión mediante programas escolares; sumado a la generación de acciones urbanas controladas que mejoren la movilidad y condición física de la infraestructura de transporte.

Respecto a las redes de compra- venta digitales iniciadas en la etapa precedente, se prevé su consolidación, junto a la apertura de nuevas vías de comercialización con enfoque en el mercado étnico, pues se reconoce que Estados Unidos (Miami y Nueva York), América Latina, El Caribe, China, Asia, Nigeria y África son mercados potenciales abiertos a la recepción de maíz y yuca; teniendo el último trimestre de cada año un incremento en su demanda debido a “(…) la tradición de las poblaciones étnicas de consumir sopas y estofados cuando comienza la temporada de frío” (IICA, 2006, p.7). Ello emprendería un primer paso hacia la búsqueda de certificaciones por parte de los productores induciéndoles a una competitividad transparente mediante el aumento de la productividad, la calidad y la creatividad.

  • Etapa Intermedia- Fase 2, anhela el acercamiento al nivel administrativo nacional, la legitimidad política de los colectivos socio- productivos y la coordinación estratégica entre los involucrados a fin de convertir el municipio de Masaya en una comunidad verde y resiliente que goce de una buena movilidad, con inversión y crecimiento en la cadena de valor agregado de la yuca y el maíz generando así una economía diversa e inclusiva, sin dejar atrás la intensión de constituir un territorio que fomente la investigación y la inclusión tecnológica integral mediante la habilitación de un centro de investigación y parques agroecológicos.

Por otra parte, se prevé la consolidación de las relaciones con las maquilas y procesadoras de agro-alimentos presentes en el área urbana y periurbana del actual municipio, descentralizando el poder económico, creando mayores oportunidades de empleo y por ende promoviendo la equidad de la población.

  • La Fase Final, busca la medición y el culmen de la legitimidad de las acciones colectivas, junto al inicio de la replicabilidad del modelo en otros municipios del país.

Primer acercamiento al territorio:

Es meritorio reconocer que en la actualidad la cadena productiva del maíz y la yuca a nivel nacional es limitada, centrándose en la producción del recurso para su comercialización externa y local; donde usualmente los productos de valor agregado suelen ser de producción artesanal, específicamente de comida tradicional (platillos típicos como el nacatamal, el baho, la tortilla; o dulces como el buñuelo, entre otros). Y con escasa incursión industrial, limitándose al uso de su almidón para embutidos cárnicos.

Empero, a nivel internacional ambos recursos naturales representan una gama de oportunidad para la producción de alimento humano y de animales, bioplásticos, bioquímicos, cosméticos, textiles, entre otros productos de valor agregado que además de implicar el máximo aprovechamiento de recursos, posee beneficios sociales en términos de seguridad alimentaria y disminución de la pobreza.

En consecuencia, a continuación, se presenta un primer ejemplo de las nuevas cadenas de producción que se generan al poner en práctica la bioeconomía de la yuca; para ello se ha graficado los tres tipos de redes socio- productivas propuestas (artesanal, industrial artesanal e industrial), demostrando que:

  1. Desde su producción la yuca representa un primer plano de aprovechamiento, dirigido hacia el uso de los residuos orgánicos como abono;
  2. Las redes socio- productivas industrial- artesanal e industrial impactarían de forma positiva y gradual en el territorio, fortaleciendo la interrelación entre el campo y la ciudad, es decir entre los productores- procesadores- distribuidores; generando una interrelación con las industrias culturales y creativas presentes en el territorio con énfasis en el diseño de vestuarios, bordados y calzado; producciones arraigadas en el imaginario colectivo de la población como resultado de su proceso histórico.
  3. La bioeconomía de la yuca representa un impacto en las diversas escalas sociales, generando actividades graduales que pueden ser iniciadas desde la población, y las que pueden ser agrupadas y consolidadas en proyectos y programas de impacto general y de orden estatal; descentralizando el poder de producción que suele concentrarse en el proceso económico actual y generando una gobernanza multinivel donde los actores se involucren y trabajen de forma efectiva hacia el bien común del territorio.

En conclusión, se evidencia que, al repensar los intercambios insertos en la producción alimentaria, se crea un área de oportunidad para la generación de nuevas ideas para el ordenamiento y gestión de territorios más sostenibles, teniendo en cuenta primero a los productores y sus entornos antes que a los distribuidores y consumidores tal cual el mercado impone en la actualidad.

Por tanto, en la búsqueda de soluciones a la alarmante crisis del cambio climático y la acentuada disparidad de desarrollo en América Latina y el Caribe, la bioeconomía representa un alto valor para la revalorización del potencial endógeno productivo de los territorios y por ende para la reivindicación de las áreas rurales y su innegable valor para la colaboración multi- espacial o multi- territorial.

Referencias:

[1] Murillo, L. (2019, agosto). ¿Ha habido desarrollo rural en Nicaragua?. Revista Envío, Número 449. https://www.envio.org.ni/articulo/5662

[2] Programa de Fortalecimiento y Desarrollo Municipal INIFOM- BID (2005). Plan Maestro de Desarrollo Urbano Ciudad de Masaya 2004- 2024.

[3] Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL] (s.f.). Desarrollo Territorial. https://www.cepal.org/es/subtemas/desarrollo-territorial#

[4] Morales, C., Pérez, R., Riffo, L. & Williner, A. (2020). Desarrollo  territorial  sostenible  y  nuevas ciudadanías:  consideraciones  sobre  políticas  públicas  para  un  mundo  en  transformación. Documentos de Proyectos (LC/TS.2020/180), Santiago, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). https://repositorio.cepal.org/server/api/core/bitstreams/59e0c82b-1619-493b-b91e-761dd4da6dbc/content

[5] Massey, D. (1995). Spatial Divisions of Labor. Social structures and the geography of production. Routledge. https://books.google.com.ni/books?id=X_uVogLRjQsC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false

[6] Montes, Y, (2020) Perspectivas del emprendimiento social y redes socioproductivas de pequeños productores en Venezuela. Revista de Ciencias Sociales (Ve), vol. XXVI, núm. 1. https://www.redalyc.org/journal/280/28063104024/

Anexos