Soluciones sostenibles para contaminación y escasez hídrica en Villa Carlos Paz.

¿Cómo pueden las Soluciones Basadas en la Naturaleza, desde un enfoque de diálogo entre lo preexistente y lo propuesto, contribuir a mitigar simultáneamente la escasez y la contaminación hídrica en Villa Carlos Paz, sin modificar los cursos y cuencas hídricas naturales existentes y promoviendo tanto la conservación como la recuperación de la fauna local?

Contextualización – Reconocimiento hídrico

Argentina, país de vastas extensiones, alberga un sistema hídrico diverso y estratégico, que es a la vez una fuente de riqueza y un desafío ambiental. Desde los imponentes glaciares en la Patagonia, que alimentan ríos como el Santa Cruz y el Futaleufú, hasta las cuencas de los grandes ríos Paraná, Uruguay y Paraguay, la hidrografía argentina sostiene ecosistemas, comunidades y economías. El Delta del Paraná, con sus intrincados canales, es un santuario de biodiversidad y un pilar para la pesca, el transporte y la regulación climática.

En el centro del país, Córdoba emerge como un microcosmos de la tensión hídrica que enfrenta la nación. Su sistema hídrico está anclado por el río Suquía y el San Roque, cuyo embalse, creado para abastecer de agua y electricidad, es también un termómetro de la presión que la urbanización y la agricultura ejercen sobre los recursos naturales. Los arroyos y ríos serranos son las arterias que conectan los paisajes serranos con los valles y llanuras, proporcionando agua potable y sostenimiento agrícola. Sin embargo, la deforestación, la contaminación y la creciente demanda hídrica han colocado a Córdoba en una encrucijada ambiental.

La provincia enfrenta problemas críticos, como la escasez de agua en periodos de sequía y la contaminación de sus cuerpos de agua debido al vertido de residuos urbanos e industriales. En paralelo, los humedales y cuencas menores luchan por sobrevivir ante el avance del desarrollo humano, mientras que los cambios en los regímenes de precipitaciones exigen una adaptación urgente.

Villa Carlos Paz, situada a orillas del lago San Roque, no solo es un ícono turístico de Córdoba sino también un escenario emblemático de la interacción entre el ser humano y su entorno acuático. El lago, abastecido por ríos serranos como el Cosquín, el San Antonio y el Los Chorrillos, no solo provee agua potable a gran parte de la región, sino que también sostiene actividades recreativas y turísticas. Sin embargo, enfrenta problemas críticos como la eutrofización, causada por la acumulación de nutrientes provenientes de desechos cloacales y agrícolas, lo que compromete su calidad y biodiversidad.

Reconocimiento Geomorfológico

El paisaje que nos rodea no es estático, sino un sistema en constante cambio, donde la forma del terreno, el clima y el agua interactúan para dar forma a nuestro entorno.

¿Cómo puede el reconocimiento del agua como escultor del territorio y elemento narrativo contribuir al diseño de nuevas estrategias urbanas y ambientales que fomenten la convivencia armónica y sostenible entre las dinámicas naturales del río y las necesidades humanas?

Entre la belleza, el desafío y la esperanza

Villa Carlos Paz, enclavada en el corazón del Valle de Punilla y abrazada por el majestuoso lago San Roque, es una ciudad que combina la belleza natural con una intensa actividad humana. Desde las alturas, su trama urbana parece fundirse con el paisaje serrano, ofreciendo una imagen vibrante y cautivadora que invita al descubrimiento y al asombro.

Sin embargo, tras esta postal idílica, emergen los retos de la modernidad. Las imágenes de contaminación y sequía revelan una realidad inquietante: el lago San Roque, fuente vital para la región, sufre el impacto de la eutrofización, el vertido de residuos urbanos y los cambios climáticos. La disminución del caudal y la proliferación de algas en sus aguas son recordatorios de la necesidad urgente de una gestión ambiental sostenible y consciente.

Por último, el turismo, pilar económico de Villa Carlos Paz, se presenta como una fuerza dual que define el carácter de la ciudad. Por un lado, aporta dinamismo, desarrollo económico y proyección internacional. Las actividades recreativas en el lago, la oferta cultural y los espectáculos, junto con el atractivo de las sierras circundantes, consolidan a la ciudad como un destino predilecto para visitantes de todo el país y más allá. Este flujo constante de turistas impulsa el crecimiento de la infraestructura, la generación de empleo y la diversificación de servicios.

Sin embargo, esta prosperidad también plantea importantes desafíos. La masificación durante las temporadas altas ejerce presión sobre los sistemas de agua potable y saneamiento, incrementa la generación de residuos y contribuye al desgaste de los recursos naturales. El turismo exige no solo una gestión eficiente, sino también estrategias innovadoras para minimizar su impacto ambiental. Lograr la sostenibilidad implica transformar el turismo en una herramienta para la conservación, promoviendo prácticas responsables y fomentando una conexión profunda entre visitantes y el entorno que disfrutan.

Villa Carlos Paz tiene la oportunidad de liderar un modelo de turismo regenerativo, donde la preservación del lago, las sierras y la cultura local sean tan prioritarias como la satisfacción del visitante, marcando el camino hacia un desarrollo que respete y revitalice la naturaleza y las comunidades que lo hacen posible.

Las Memorias de la Villa _ Rescatando el Pasado, Adaptando el Futuro

Villa Carlos Paz surge desde el agua, y hoy busca reencontrarse con las dinámicas ecológicas que se han visto deterioradas por la falta de planificación, valiéndose de la memoria como puente hacia la regeneración.

Desde la perspectiva de Henri Bergson, los conceptos de memoria vital, táctica y del hábito iluminan este camino. La memoria vital se entiende como el recuerdo que da estructura a la experiencia de un organismo; la memoria táctica, como el acervo de información que guía la acción; y la memoria del hábito, que adapta lo aprendido del pasado para responder al presente.

El agua, en este sentido, puede interpretarse como un sistema dinámico donde convergen procesos históricos, ecológicos y sociales. Al respetar y reinterpretar el pasado en el presente, el agua se convierte en un testigo vivo de las transformaciones y, simultáneamente, en un agente clave para restaurar el equilibrio en un entorno en constante cambio.

Finalmente, la memoria anticipativa se plantea como una memoria activa que, en sintonía con las necesidades presentes y futuras, no solo conserva el pasado, sino que lo transforma. Este enfoque dinámico sugiere un camino hacia la regeneración del equilibrio ecológico, proponiendo al agua no solo como recurso, sino como mediadora de un futuro sostenible.

El Agua como Conexión: Tejiendo Memorias y Futuro

Imaginemos a Villa Carlos Paz como el epicentro de un tejido vivo que se extiende como un pulso desde el corazón de Córdoba hasta abrazar a toda Argentina. Este buffer no es solo un mapa ni un esquema de conexiones, sino una estrategia activa para abordar dos de los mayores desafíos que enfrentamos hoy: la contaminación y la escasez hídrica.

En la primera imagen, observamos la red hídrica de Argentina. Los ríos, lagos y humedales forman un entramado complejo que guarda la memoria del agua en el territorio. Cada punto marcado señala heridas abiertas: zonas degradadas, contaminadas o en peligro. Pero esas líneas que conectan los puntos no son solo marcas geográficas; son puentes de esperanza, vías que proponen soluciones y restauración. Este es un sistema dinámico que no solo refleja problemas, sino que imagina un futuro en equilibrio.

En la segunda imagen, el enfoque se concentra en Córdoba, una provincia que despliega su complejidad hídrica y ecológica. Los ríos y lagos actúan como arterias vitales, mientras que las áreas afectadas por eutrofización y contaminación revelan una realidad urgente. Las líneas trazadas entre estos elementos no solo sugieren conexión, sino un modelo de resiliencia: un entramado que enlaza comunidades y ecosistemas con el objetivo de restaurar y proteger.

Elaboración propia. Maqueta impresa en 3D.

Elaboración propia. Maqueta impresa en 3D.

Finalmente, en la tercera imagen y en el registro fotográfico de la maqueta física podemos observar como Villa Carlos Paz se convierte en el motor de esta transformación. Este proyecto toma al agua como elemento unificador, no solo para conectar a la ciudad con su entorno inmediato, sino para desplegar su influencia hacia todo el sistema hídrico del país. Cada nodo señalado en esta red es un “episodio anticipatorio”, un punto de intervención diseñado estratégicamente para regenerar, restaurar y reimaginar las dinámicas ecológicas. Es aquí donde el agua se convierte en un mediador entre la memoria del pasado y las necesidades del futuro, integrando todos los elementos en un modelo sostenible de vida.

Este buffer no es solo una respuesta local, es una propuesta nacional. Desde Carlos Paz, se proyecta un cambio de paradigma: el agua como memoria, como acción, y como regeneración. Es la invitación a pensar en un sistema hídrico interconectado, donde cada gota cuenta y cada comunidad es parte de la solución. Este proyecto, al entrelazar conocimiento, tecnología y acción colectiva, no solo imagina un futuro mejor, sino que lo hace posible.

Los Seis Deseos – El Factor “R”

En el corazón del proyecto, los deseos del Factor R emergen como principios guía, no solo técnicos, sino profundamente humanos. Cada uno de estos seis deseos – resistir, recolectar, remediar, rememorar, realizar y retener – encarna una dualidad que combina una función programática con un impacto transformador en la sociedad. Estas nociones trascienden lo meramente material, convirtiéndose en una invitación a reimaginar nuestra relación con el agua, el territorio y la comunidad.

Por ejemplo, el deseo de resistir se manifiesta en instrumentos diseñados para actuar como barreras resilientes frente a adversidades como sequías, inundaciones o contaminación. Estas infraestructuras no solo son capaces de soportar la presión ambiental o social, sino que, en su esencia, representan la perseverancia de las comunidades. Son un símbolo vivo de la capacidad humana para adaptarse y enfrentar desafíos climáticos, proyectando un futuro más equilibrado y sostenible.

De manera similar, los otros deseos se despliegan como conceptos que integran lo técnico con lo simbólico. Recolectar no solo alude a la acumulación eficiente de recursos hídricos, sino también al acto colectivo de reunir conocimientos y prácticas. Remediar implica sanar los paisajes afectados, mientras cura también las relaciones entre las personas y su entorno. Rememorar invita a conservar la memoria del agua como un legado cultural y natural. Realizar se traduce en la materialización de soluciones concretas que transforman realidades locales, y retener simboliza tanto la capacidad de preservar los recursos como de mantener vivos los vínculos esenciales con la naturaleza.

Así, el Factor R no es solo una herramienta operativa, sino una filosofía que reconoce al agua como un puente entre los retos técnicos y las aspiraciones humanas. Es una hoja de ruta hacia un futuro donde la resiliencia, la regeneración y la memoria trabajan juntas para construir una sociedad más justa, conectada y en equilibrio con su entorno.

Temporada Anticipatoria_01 [humedal el pantanillo]

El Humedal El Pantanillo, un espacio cargado de memoria hídrica y ecológica, se erige como el primer episodio anticipatorio de este proyecto. En él, convergen pasado, presente y futuro, sintetizados en estrategias que no solo buscan preservar, sino regenerar el equilibrio entre el ser humano y su entorno. Este episodio anticipatorio parte de la premisa de que comprender las dinámicas pasadas, abrazar la biodiversidad existente y fomentar la interacción respetuosa con el paisaje son pasos fundamentales para construir un modelo de convivencia sostenible.

1. Recuperar la Memoria Hídrica del Territorio

El primer paso para reimaginar este espacio es mirar hacia atrás. A través del mapeo de antiguas escorrentías, zonas de retención y recorridos del agua, esta estrategia busca desentrañar las huellas que el agua dejó en el paisaje. Estas marcas, en su mayoría ocultas por el tiempo y la transformación urbana, narran una historia de simbiosis entre el agua y el territorio. Recuperar esta memoria hídrica no es un acto nostálgico, sino una herramienta clave para comprender las dinámicas naturales que alguna vez definieron el lugar. Es, también, un llamado a reimaginar estrategias para cohabitar el entorno, respetando los ritmos y procesos que alguna vez lo hicieron fértil y resiliente.

2. Celebrar y Proteger la Biodiversidad Existente

El Pantanillo es un santuario de vida, donde conviven especies emblemáticas y otras en peligro de extinción. Este proyecto no se limita a registrar su riqueza, sino que la biodiversidad se convierte en protagonista. Cada planta, ave y animal es parte de una trama ecológica que sustenta el equilibrio del territorio. En esta lámina, la representación de esta biodiversidad es, más que una evidencia científica, un manifiesto visual que nos invita a proteger, celebrar y convivir en armonía con el paisaje natural y urbano.

3. Senderos que Narran Historias de Conexión y Adaptación

Los senderos del humedal son huellas vivas de la interacción humana con el territorio. Estas marcas, moldeadas a lo largo de los años por los pasos espontáneos de los ciudadanos, son evidencia de un diálogo constante entre comunidad y entorno. Este episodio toma estas huellas como base para proyectar senderos que respeten las dinámicas existentes, integrando las necesidades humanas con los procesos naturales de regeneración. Los nuevos recorridos no son imposiciones, sino extensiones de historias colectivas, diseñadas para fortalecer el vínculo entre lo humano y lo natural.

4. El Límite Verde como Refugio y Frontera Vital

Desde una mirada satelital, esta lámina revela la vasta extensión de vegetación autóctona que rodea al humedal y define el límite del ejido municipal. Este manto verde no solo actúa como frontera entre el crecimiento urbano y la naturaleza, sino como un refugio vital para la biodiversidad. Es una barrera viva que regula el flujo de agua, protege el suelo y permite la continuidad ecológica. Este límite no es rígido, sino un recordatorio de que el equilibrio entre la ciudad y la naturaleza debe ser dinámico, respetuoso y consciente.

El proyecto culmina como un acto de síntesis y respuesta. Luego de una profunda limpieza conceptual y material, y de un estudio exhaustivo de las dinámicas hídricas, ecológicas y sociales del territorio, se presenta como una intervención integral que dialoga directamente con las necesidades de la ciudad y su entorno.

En su esencia, este proyecto se configura como un espacio público regenerativo, donde las problemáticas del agua –como la contaminación, la escasez y la desconexión con su ciclo natural– encuentran soluciones integrales, funcionales y simbólicas. Aquí, el agua deja de ser vista únicamente como recurso y pasa a ser entendida como un agente dinámico que conecta comunidades, naturaleza y memoria.

El diseño, resultado de la interacción entre datos, territorio y participación ciudadana, crea un espacio accesible y adaptativo. Este espacio público no solo aborda cuestiones técnicas como la recolección, la retención y la remediación del agua, sino que también se posiciona como un lugar de encuentro, reflexión y acción comunitaria. Desde la regeneración de humedales hasta la proyección de senderos, el proyecto responde con sensibilidad y eficiencia, integrando soluciones a escala local con una visión global.

En su manifestación final, este proyecto trasciende la escala física para convertirse en un símbolo: una representación tangible de cómo la ciudad puede vivir en equilibrio con el agua y el paisaje, generando beneficios tanto para las generaciones presentes como futuras. Es un testimonio del poder del diseño consciente para transformar no solo espacios, sino también narrativas, invitando a la ciudad a imaginarse en armonía con su entorno natural.

Capítulo Anticipatorio_01

Inspiración en Biomímesis y Burbujas para los Instrumentos de la Memoria Anticipatoria

En la ciudad, donde el espacio es un recurso cada vez más limitado, el hormigón y el acero se imponen como símbolos de permanencia, mientras los intersticios olvidados claman por un respiro vital. Pero, ¿y si la arquitectura pudiera inspirarse en la ligereza de lo efímero? ¿Qué sucedería si los dispositivos urbanos adoptaran la naturaleza orgánica y adaptable de las burbujas, desafiando la rigidez que define al paisaje construido?

La inspiración parte de la física de las espumas, donde cada burbuja se agrupa en un baile de tensiones y equilibrios invisibles. Estas formaciones no son caóticas, sino sistemas precisos que maximizan el espacio y minimizan la energía, creando estructuras dinámicas que evolucionan continuamente.

Los instrumentos de la memoria anticipatoria traducen esta lógica natural a la arquitectura y el diseño urbano, proponiendo una topografía mutable que respira con la ciudad. No son estructuras estáticas ni inmutables, sino entidades vivas, capaces de expandirse, contraerse y recombinarse en función del flujo humano, las condiciones climáticas o el transcurrir del día.

Estas burbujas arquitectónicas emergen como un manifiesto contra la rigidez, reclamando los vacíos olvidados de la ciudad y devolviéndolos como espacios de interacción, regeneración y memoria. Actúan como mediadoras entre el pasado y el futuro, creando lugares que se adaptan a las necesidades del presente sin renunciar a la belleza y la simplicidad de lo natural.

Así, inspirados en la biomímesis, estos dispositivos nos invitan a re-imaginar la ciudad como un organismo en constante transformación, donde cada elemento, por pequeño que sea, tiene el potencial de formar parte de un todo armonioso y resiliente.

Elaboración propia. Maqueta del IMA_01 – Esc. 1.100

Capítulo Anticipatorio_02

Laboratorio Urbano Acuático en el Lago San Roque

En el corazón del Lago San Roque, la segunda intervención del proyecto emerge como un laboratorio urbano acuático diseñado para responder a las necesidades cambiantes del territorio. Este instrumento, inspirado en los seis deseos del Factor R, no solo opera como una infraestructura técnica, sino como un espacio dinámico y regenerativo que combina investigación, acción y comunidad.

El laboratorio es un elemento flotante y móvil, diseñado para desplazarse estratégicamente a lo largo del lago según las necesidades identificadas. Esta capacidad de movimiento lo convierte en un actor activo en la restauración ecológica, adaptándose a los focos de contaminación, las dinámicas de las aguas y las demandas específicas de las comunidades circundantes.

Una pasarela de polietileno de alta densidad conecta este instrumento con las costas, configurándose como mucho más que un simple acceso. Este corredor acuático, concebido como un puente entre lo urbano y lo natural, se transforma en un corredor biológico flotante. Su diseño incluye especies vegetales cuidadosamente seleccionadas, que actúan como filtros naturales para combatir la contaminación del agua, mejorando su calidad y promoviendo la biodiversidad local.

Este corredor no solo cumple una función ecológica, sino que también es un espacio de tránsito y aprendizaje para la comunidad, donde las personas pueden observar de cerca los procesos de regeneración del lago, interactuar con el entorno y comprender la importancia de mantener un equilibrio sostenible entre la ciudad y sus recursos hídricos.

El laboratorio urbano acuático y su corredor biológico representan una visión integrada de la sostenibilidad, donde la ciencia, el diseño y la naturaleza convergen para transformar el lago San Roque en un modelo de regeneración hídrica. Este espacio, vivo y adaptativo, invita a imaginar un futuro en el que las ciudades fluyan en armonía con sus ecosistemas, uniendo tecnología y ecología en beneficio de la comunidad y el medio ambiente.

CONCLUSIÓN FINAL

Este proyecto no es solo una intervención local; es un manifiesto de cómo las ciudades pueden reconciliarse con sus recursos naturales mientras abren caminos hacia un futuro sostenible. Desde las intervenciones estratégicas en el humedal El Pantanillo y el lago San Roque, hasta los instrumentos de la memoria anticipatoria inspirados en la biomímesis, cada elemento está diseñado para responder a los desafíos críticos de la contaminación, la escasez hídrica y la desconexión entre las comunidades y su entorno.

Villa Carlos Paz se convierte en el epicentro de un modelo replicable, donde la integración de infraestructuras dinámicas, espacios públicos regenerativos y corredores biológicos demuestra que es posible transformar los problemas en oportunidades. Estas intervenciones no solo abordan cuestiones técnicas como la remediación del agua y la biodiversidad, sino que también generan valor social y cultural, fortaleciendo la identidad colectiva y promoviendo el turismo sostenible.

El laboratorio urbano acuático en el lago San Roque, con su capacidad de adaptarse y moverse según las necesidades del territorio, es un símbolo de innovación. Al conectar ciencia, diseño y comunidad, crea un espacio donde la regeneración ecológica y el aprendizaje colectivo convergen. Su corredor biológico, que filtra el agua y promueve la biodiversidad, es una invitación a repensar los espacios de tránsito como lugares de vida y transformación.

Además, el enfoque anticipatorio y adaptable del proyecto ofrece una visión escalable, capaz de expandirse a nivel provincial y nacional. Las estrategias aplicadas en Villa Carlos Paz pueden replicarse en otras cuencas, humedales y lagos de Argentina, convirtiendo a esta ciudad en un modelo de referencia para la gestión sostenible del agua y la regeneración ambiental.

En términos turísticos, el proyecto redefine la relación entre el visitante y el territorio, proponiendo un turismo regenerativo que, lejos de agotar los recursos, los fortalece. Desde los senderos del Pantanillo hasta el laboratorio en el lago, se invita a las personas a interactuar con un entorno que no solo se contempla, sino que se comprende y protege.

En su conjunto, este proyecto no solo plantea soluciones para problemas actuales, sino que siembra las bases para un futuro más equilibrado. Es un testimonio de la capacidad de las ciudades para liderar transformaciones profundas y convertirse en faros de innovación, sostenibilidad y resiliencia, marcando el inicio de un nuevo paradigma donde el agua, el territorio y las comunidades fluyen juntos hacia un mañana más justo y consciente.